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La felicidad es una alubia y otras historias.
Gotinga: Wallstein, 2021.
312 pp; Euro 24,70.
ISBN 978-3-8353-3948-4.
Teresa Präauer
Fragmento
«Teresa Präauer junta a Peter Handke con Britney Spears», escribe Paul Jandl en la reseña publicada el 1 de junio de 2021 en el Neue Zürcher Zeitung sobre esta colección de textos de la autora titulada La felicidad es una alubia y otras historias. Según Jandl, la manera inteligente, lúdica y elegante con la que Präauer observa la cultura cotidiana, establece relaciones y pone orden en el azar, es algo absolutamente digno de ser leído.
Se trata de historias de amor y de historias sobre el amor a las cosas, cosas reales o inventadas que hablan de unas clases de snowboard con Phil Collins en las montañas cercanas a Salzburgo, de una visita a la casa de Britney Spears o del primer viaje a Londres tras las huellas de Jimi Hendrix. La autora y artista plástica escribe sobre Hölderlin, Cranach y Grace Jones, sobre expediciones al polo norte, de pole dance y del trasero de Kim Kardashian: «Lo que vemos, nos mira».
Esta colección de artículos y textos en prosa de Präauer nos proporcionan, aparte de la mirada de la autora en relación con el arte, una serie de apuntes sobre la cultura popular de los últimos diez años, se la califica a veces de «escuela de la mirada», otras veces de «invitación a un pensamiento desaforado», pero la autora satisface con mano diestra ambas atribuciones.
Los desplazamiento en los modos de escribir y pensar de Präauer resultan simpáticos, incluso empáticos, dice Alexander Kluy, a modo de resumen, en la revista de libros de la Casa de la Literatura, la Literaturhaus-Buchmagazin, y subraya esa impresión con un breve boceto de la historia que da título al libro, que dibuja muy bien esos desplazamientos del pensar y retrata a la autora como una artista vital con carisma y un pícaro sentido del humor:
«En este artículo, escrito en la primavera de 2020, Präauer recibe de parte de un amigo una alubia a modo de regalo, de color pardo oscuro, casi negro, una “alubia de la suerte”, según las amistosas palabras que acompañan al objeto. Ella aliviaría las penas que la agobian en ese momento, de modo que la autora guarda la alubia, la lleva consigo a todas partes en el monedero. Hasta que, al cabo de un par de días, se da cuenta de que no se trata de una alubia, sino de una piedra, una piedra de color opaco, de forma redondeada y muy oscura. Entonces, a veces en gesto de broma seria, otras veces con leve seriedad, decide dar uso a la alubia de piedra y la presenta en Correos como irónica moneda de pago, cosechando en ocasiones una sonrisa, el inicio de una conversación, mínimos destellos de felicidad. Muy pronto la alubia de piedra le proporciona a Präauer lo que ha estado deseando durante todo un año: cenas con amigos, visitas a conciertos, tardes en alguna biblioteca, un buen café, largos paseos, algunas buenas ofertas y hasta algo de amor».
INCENTIVES, 15.07.21.
Traducción de José Aníbal Campos
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