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Reseña
Fragmento:
Cuando el maestro le pidió a Fanny que fuera su esposa, todos en el pueblo opinaron que hacÃan buena pareja. Su boda fue la primera que se celebró en el pueblo en la recién construida iglesia de piedra. Se sintió, contó Fanny, como si ese dÃa la hubieran coronado reina. El techo de la pequeña capilla era una cúpula amplia y el órgano se oÃa hasta más allá de los campos, en los que nadie estaba trabajando porque todos habÃan venido a ver cómo se casaban el maestro y Fanny. Todos estaban de acuerdo en que nunca habÃa habido una pareja de novios tan hermosa. Tu abuelo era un hombre muy guapo, le dijo Fanny a su nieta. Dónde está el abuelo, preguntó la niña cuando lo escuchó por primera vez. Murió hace mucho, dijo Fanny, como si se le hubiera ocurrido en ese momento. No se dio cuenta de que habÃa estado callada sino hasta que volvió a emerger de sus pensamientos. La niña estaba sentada frente a ella y la contemplaba. Con frecuencia Fanny tenÃa la extraña sensación de que la niña conocÃa el pasado del pueblo, en el que nunca habÃa estado. Como si pudiera ver las imágenes aunque Fanny no se las contara. Era una pequeña reina. Tu abuelo era el maestro del pueblo, le dijo Fanny a su nieta, a la que le gustó mucho cómo sonaba aquello.
El dÃa de su boda Fanny salió de la granja en la hondonada para mudarse a la escuela, que estaba arriba en la colina. Desde entonces la llamaron la maestra. Fanny instaló la vivienda en el primer piso y comenzó a sembrar un huerto detrás de la escuela. Desde ahà hubiera podido mirar más allá de la hondonada, si el viejo casal no hubiera obstruido la vista. Antes habÃa vivido en el casal el administrador del señorÃo, ahora vivÃan ahà los trabajadores del bosque y el aserradero. Fanny se sentÃa como si hubiera salido de una pesada nube al mudarse allá arriba. Siempre que se encontraba en el huerto y oteaba el valle y el casal frente a la hondonada, Fanny, instintivamente, respiraba hondo, y comprendÃa que habÃa estado conteniendo el aliento. El sacerdote, que también era nuevo, gustaba de visitar a Fanny en la escuela. Hablaron sobre los alumnos, sobre su malnutrición, y Fanny dijo que ella podrÃa organizar un comedor escolar. Para qué si no habÃa asistido a la escuela de economÃa doméstica. El cura decÃa que Fanny era la mujer más culta del pueblo. Fanny no sabÃa si se estaba burlando de ella, pero cuando él vino la próxima vez, le dijo que se habÃa informado y que la Iglesia la apoyarÃa. La llamó virtuosa y se ofendió cuando Fanny se echó a reÃr. Fanny le contó a su marido sobre estos planes. Como el maestro no querÃa que al cura se le subieran los humos, consiguió que también el partido le asignara alimentos a Fanny para que pudiera cocinarles a los niños. El cura dijo que el carné del partido rojo estaba fuera del lugar en el campo. Fanny dijo que le daba lo mismo, mientras los niños tuvieran algo que comer.
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Entre más tiempo esperaba Fanny en la oscuridad, más extrañas se tornaban las cosas. Estaba acostada en su cama matrimonial, en el primer piso, debajo de ella se encontraba la cocina de la escuela, y al lado, el cuarto donde dormÃa Toni. Enfrente, en el viejo casal, estaba Liese. Fanny pensó en lo que iba a cocinar al dÃa siguiente, pero comprendió que ya no lo sabÃa. No sabÃa qué iba a cocinar al otro dÃa y tampoco sabÃa ya en absoluto cómo cocinar lo que fuera. Ya no creÃa que su huerto todavÃa estuviera ahÃ. Fanny hizo la almohada a un lado y se deslizó hacia arriba en la cama, de modo que su cabeza tocó la madera. El padre nunca se quedaba tanto tiempo en la taberna. El padre nunca iba a la taberna. Fanny se pasó las manos por los ojos. Pensó en el nombre de Toni y en el hermano. Éste estaba bailando, quizá con su MarÃa. No, Fanny apretó con los dedos los huesos encima de los ojos. Toni, el niño, el pequeño, estaba acostado en el cuarto de al lado. Ella misma era su madre, la madre de Toni. Fanny se levantó. No se ubicaba en la habitación, la puerta estaba en el lugar equivocado, y Fanny se golpeó la rodilla contra la cama. Fue a la cocina porque no encontró el cuarto con el niño, y cuando finalmente estuvo junto a su cama, Toni estaba tumbado ahÃ, con los ojos abiertos, mirándola. Fanny pronunció su nombre. Se sentó en la cama y lo tocó, las manos y las mejillas calientes, el cuello con la arruga bajo el mentón, y por fin se acordó. Duerme, dijo, duerme, y después se fue y se recostó de nuevo en su cama matrimonial y trató de pensar en lo que iba a cocinar al dÃa siguiente.
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© 2017 Literaturverlag Droschl, Graz
© de la traducción, Claudia Cabrera, 2017