La Carta de Moscú [41]
"Madame Schoscha reside en Barcelona desde hace un buen rato. Altobelli, su querido amigo, sigue viviendo en Berlín. Los dos tienen sus propios tiempos. Y sin embargo en este mundo, mes a mes vuela una carta desde Berlín o desde Barcelona enlazando las vivencias actuales de los remitentes. Como en el Salón Cultural Madame Schoscha, que tiene lugar regularmente en varias ciudades en Alemania, ambos intercambian sus aventuras en el arte y la vida cotidiana. De vez en cuando reaparecen personajes casi olvidados. Este mes, presentamos una nueva conexión surgida en el Este. Kosen Myo escribe desde Jerusalén sobre su sensación de soledad a su amiga Alissa Salzman que vive en Moscú. Ambas amigas se conocieron en Berlín por medio de Madame Schoscha.
Illustración: Anke Schima
¡Mi querida Kosen Myo!
¡Gracias por haberme recogido! Tu tren llegó en el momento justo y me transportó a un paisaje rebosante de confianza. No quería bajarme, deseaba que me siguiera nevando. Cada tren que tomaste dejó un sabor extraño en mi paladar. Hace un par de semanas escribí sobre aviones y viejos lugares que mi memoria sacó milagrosamente del olvido. Una de las ideas imposibles que se me pasaron por la cabeza es la de un tren que ha de pasar por un túnel vertical al piso subterráneo. Entre los pasajeros se crea un drama. Between the stations fue mi título para esta historial aun sin escribir...
Creo que las tangentes de nuestros trenes se cruzaron: el tuyo con Pamuk y el mío con el centro de meditación en Steiermark. Ahí me fui rasurando gradualmente las piernas día a día, a menudo me corté, entonces enjabonaba de nuevo las zonas ensangrentadas llegando a un estado ligeramente hipnótico. La piel de mis piernas era sedosa. „Anicca, anicca, anicca“ Así habla el antiguo idioma indio Pali sobre la naturaleza de las cosas efímeras como la identidad, el dolor, la alegría. Todo emerge para desaparecer. Alissa, Alissa, Alissa.
¿En qué idiomas nos hablamos, qué revelan sobre nosotros-as? Aquí no hay secreto alguno: yo no me siento a gusto en ninguno, es por eso que me deslizo entre unos y otros. El inglés es mi medio, en alemán soy puro hielo y en mí siempre el vaho ruso. ¿Es la identidad equivalente al lenguaje? ¿Hablo como una mujer? No creo en la écriture feminine, creo en la Vida más allá de las Categorías. En la televisión rusa hay un programa abrumador, donde las mujeres ‘invisibles’ se transforman en las deseables. El pelo corto y mis zapatillas deportivas hablan en contra mía.
Ya te digo de una: no sé si para mí Moscú es un lugar. Cada vez que llego a la astronave de cristal en Domodenovo, me pongo los guantes habituales con los que puedo tocar la ciudad. No es algo que asga con manos desnudas. ¿Mi ciudad? Doce millones de personas rumian esas mismas palabras en sus bocas.
Amo San Petersburgo. Mi tío abuelo me hala a través de galerías y librerías solitarias donde me muestra los nuevos hallazgos para su biblioteca. Mi tío, su hijo, me arrastra por las casas de café occidentalizadas presentándome a sus amigas, artistas o curadoras. Las fachadas barrocas y clasicistas captan la luz del Neva. La gente por la Avenida Nevski. Los canales. Las puntas de doradas torres. Canales y palacios.
San Petersburgo es un museo al aire libre y un Xanax. San Petersburgo tiene la nostalgia de ciudad portuaria. San Petersburgo se siente joven, aunque sea totalmente museánica.
Como guía soy un auténtico desastre, querida, los guías son libros de historia o consejos para la vida. Bastante subjetivo. Para dar un verdadero tour de la ciudad, se deberían de juntar a todos los residentes de la ciudad – los vivos y todos los muertos- y superponer sus voces hasta la cacofonía. No me preguntes por donde voy normalmente en Moscú, son los mismos uno o dos lugares.
No obstante, puedo decir más de Moscú que tú de Jerusalén. Conozco esta ciudad eterna – Constantinopla, Roma, Moscú- desde pequeña, cinco o seis. Me gustaría que mi terapeuta pudiera desenterrarme Moscú, o bueno lo que hay entre Moscow y Москва. ¿Qué pasaría entonces? Una ciudad fuera del juego de las imágenes. La película extranjera ganadora del Oscar en 1980 se llama `Moscú no cree en las lágrimas` - epíteto de cada mega ciudad, ¿no crees? -. La película de Menschow es un melodrama sobre las oportunidades perdidas, donde no hay mal que por bien no venga. Cuenta la historia de la provinciana Katja y sus amigas que tratan de vivir sus sueños en Moscú sus sueños, que en el sentido ruso significa cazar a un hombre rico e importante. La metrópoli es una atracción y proyección que premia y transforma a los valientes. Los planes de Katja fallan hasta que al final logra convertirse en una self-made woman después de mucho esfuerzo. Sólo entonces, conoce a un hombre, pero aun así debe negociar su posición con las reglas indiscutibles del Patriarcado Ruso. Putin en la caza del oso es el mito del hombre ruso incapaz de reconocer la crisis en la que se encuentra.
Pienso en escenas y cortes de películas… Hay otra que se apropió de la receta Paris, I love You y New York, I love You. Episodios del Moloch donde cada vez una cara diferente aparece frente la cámara. Realmente no sé si es la mafia la que hace correr al protagonista mientras en la calle de al lado se celebraba por todo lo alto una boda azerbaiyana. ¿Es real o falsa la imagen que intenta mostrar esta película de un Moscú cool que no se si existe? El film comienza con la escena de un apartamento muy luminoso de los pisos mas altos con las vistas de las características torres Stalin en el horizonte. Esta escena me da más comezón que le puente de Brooklyn.
¿Creo algo en Moscú? ¿Con las ciudades dormitorio que en el Berlín oriental compiten por su creatividad arquitectónica? Antes de me mudarme por mi proyecto – me evaporaba rápidamente y desaparecía- una vez fuimos con mi madre y mi abuelo miles de horas por los distritos periféricos casi sin nombre en el sureste. Distritos donde seguramente la mitad de la población está alojada en contenedores de escombros que de buenas a primeras eran de un rosa pálido o lavanda, agrupados en rotondas de césped y flores que nuestro trolebús fácilmente pasaba por delante. Así podríamos seguir y seguir y estar tan solo a una distancia entre cinco o seis estaciones metro.
The sun rises in spite of everything
And the far cities are beautiful and bright.
I lie here in a riot of sunlight
Watching the day break and the clouds flying.
(Derek Mahon: Everything is Gonna Be Alright)
Esto no significa que Moscú sea irreal como San Petersburgo. Aquí reina una realidad de prisas, sin aliento. A Alissa le encantaría llevar zapatos de tacón alto como las moscovitas en el metro y los amplios bulevares, con falda plisada o lisa y medias brillantes o mates. Perfilarse los ojos. El cabello cuidadosamente colocado y una expresión de confianza que se oponga a los implacables cristales del vagón del Metro. Este arranca y por un momento un trueno lo separa, como en Dark City de Alex Proyas Dystopie. Los párrafos se detienen y se extienden de nuevo con furia en todas direcciones. La Alissa de Berlín no puede existir en Moscú. Sería como Teherán sin hiyab. Por Moscú voy balanceando ambos mundos. Hombre y mujer. Esta ciudad, este país que están dentro de mí y con quienes nunca puedo unirme. Es cierto que en Moscú se puede ver Moonlight, el valiente documental sobre Miami por Barry Jenkins; en un Mundo que se opone 180 grados a la Florida negra. Los críticos rusos se han declarado homófobos, este film era bastante mediocre, solo tuvo éxito porque intentó popularizar un tema conflictivo para hacer digerible a las Queeness de la masa. “ ¡Se puede ser gay y tener un Happy End” En Moscú hay que aclarar con pelos y señales por qué y para qué uno ha quedado y mantiene amistad con gente de la comunidad LGBT para cosechar movimientos de cabeza de incomprensión… Llévame contigo Kosen.
My guy pretty like a girl
And he got fight stories to tell
I see both sides like Chanel
(Frank Ocean: Chanel)
No, no odio Rusia. Mi sentimiento es mucho más ambivalente y volátil. Hace dos años, me di por primera vez un largo paseo sola desde el Parque Gorki al Kremlin por el paseo de la orilla. De mis ojos brotaron lágrimas y un orgullo de pertenecer a ese país.
América y Rusia se pueden ver ideales en un espectro. Ambas superpotencias híper-nacionalistas que se entienden como la única comparación posible. Países ultraconservadores que están de acuerdo con el mito y al mismo tiempo exceden de manera inespera el reino de lo irreal. Only in America. Only is Russia. Desde finales de los años noventa Rusia se proclama una y otra vez como una nueva superpotencia con un future dorado. El siglo veintiuno ruso. Recursos latentes en la taiga.
Por fin estoy leyendo el clásico feisnta I love Dick de Chris Kraus. Chris, una exitosa video artista de California se enaomora del glacial crítico de cultura Dick. En parte en colaboración con su marido Sylvere le escribe cartas impotentes, vergonzosas, posesivas y finalmente auto-poderosas. De manera Anti-Bovary.
A menudo pienso en la vergüenza. Cuando uno es criado en la cultura rusa de la vergüenza que se preocupa constantemente de las opiniones de los demás, incluso si no se oyen las voces que expresan esas opiniones. Cuando se es niño en Moscú solo hay una manera de cómo son las cosas y cómo no son. Es por eso que necesitamos escribir ruso.
Y chris escribe y densos faxes y emails y transcirpciones de sus conversaciones telefónicas. Cada texto puede ser una carta.ppppp. Nota: Esta semana fui obligada a vivir analog porque mi Samsung S6 se negaba a cargarse. Su ausencia fue la maga de riego ¿????. Quizás todos nosotros tenemos esta fobiadigital en silencio. Vivimos en la distancia donde no nos podemos tocar en medio de montañas de basura de información.
It is no longer rare to meet adults who have never swum except in a swimming pool, never slept except in a building, never run a mile or climbed a mountain, have never been stung by a bee or a wasp, broken a bone or needed stitches. (George Monbiot: Screened Out)
El periodista inglés Monbito habla en su último libro Feral del aburrimiento ecológico en el siglo veintiuno y del desero de vivir raw lo que es una nostalia e utopia. Mirando hacia atrás doy gracias a mi location scout donde los lugares de mi infancia eran bolques y mazanos. Veo desde el sexto piso el borde de la oscuridad donde la ciudad de la mañana caída o de la noche rojiza se colorea:
I’ve been meaning to tell
You how the sky is pink
Here sometimes like the roof
Of a mouth that’s about to chomp
Down on the crooked steel teeth
Of the city. (Aaron Smith: Boston)
Sincronización tiene el mismo significado que sumultaneamente. Las cosas que suceden simultanemante y se entrelazan de forma inesperada. Dos personans hablando en dos puntos del planete sobre una y la misma cosa. O se sientan en un tren ente occidente y oriente.
Com amistad,
Alissa Salzman.
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