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El paraÃso de mi vecino.
Novela.
Múnich: btb, 2020.
Nava Ebrahimi
Reseña
Fragmento
Me siento como en un pastizal lleno de vacas cuando los observo. Un montón de ojos muy abiertos y cerebros que no hacen más que rumiar. CreÃa tener un encuentro con el departamento de diseño interno de una marca puntera de alcance internacional. Un momento, he llegado puntal, déjenme comprobarlo... SÃ, correcto, a las ocho y treinta en Big Bubble. Entonces ustedes deben ser los diseñadores de élite.
Pero parece que para ustedes una simple pregunta es demasiado fuerte.
En serio: ¿en qué piensan que se ponen tan tensos? O no, no piensan, cavilan. Cavilar es la palabra exacta para lo que hacen. Suena parecido a rumiar. Ahora ustedes están rumiando, mastican la misma mierda hecha de migajas. «¿Qué fue lo último que me entusiasmó?» SÃ, ¿qué fue? Eeh. Hum. Huf. «¿Que me dejaron pasar dos veces a la piscina con el mismo boleto?»
Están muy tensos, acobardados. El miedo los hace unidimensionales. Cualquiera les lee los pensamientos. TendrÃan que ver lo que parecen. ¡Sus caras son libros de lectura elemental! ¿A qué le tienen miedo?
OK, no tienen que revelármelo.
Entonces, ¿qué fue lo último que los emocionó de verdad?
Por lo menos sean sinceros, y entonces quizás salga de esto algo interesante. O al menos una carcajada. Apuesto a que ya se encuentran con sus pensamientos en el tercer metanivel. Cada una de las respuestas ya la han rumiado varias veces.
La pelÃcula con Matt Damon de protagonista fue estupenda, pero eso de una pelÃcula es demasiado obvio, necesito algo que solo pueda haberme entusiasmado a mÃ, porque solo yo tengo esa visión única y genial de las cosas. ¿La colocación de plantas en macetas colgantes en la caja de una escalera? Eso serÃa un tanto nerd. Pero aún mejor serÃa algo antiintelectual. Hum, mastiquen migajas, mastiquen.
Ponen la misma cara que los padres de ustedes cuando pasaban las vacaciones en Italia, en el restaurante, rumiando inclinados sobre la carta.
«Encargo la pizza hawaiana o el bistec?»
Se van a pasar la vida entera rumiando si no ponen a funcionar los motores. Lo que hacen es amasar migajas con saliva y les sale una papilla insÃpida. Esa es la maña que dominan. Cada vez más papilla, lo pegan todo como pueden con ese engrudo. Me dan náuseas de pensar en toda la papilla que han producido en su vida papillosa. Qué bueno que se está abriendo la puerta, de lo contrario me asfixio ahora mismo, y con las reacciones tan rápidas que tienen, contemplarÃan como lucho por respirar y reflexionarÃan sobre cuál serÃa la reacción indicada.
Ah, por fin la lista con todos los tipos creativos, gracias. ¡Creativos, sÃ! Benjamin B. Benecke, diseño industrial. Johanna Ehrmann, investigación del mercado. Joelle Schummer, CMF-Design. Joelle. Noemi Puder. ¡Jaja! Estuviste en una escuela Waldorf, seguro que sÃ.
(Pp. 16-17)
Éramos unos treinta muchachos. No nos habÃan entrenado ni estábamos armados. Nos transportaron en un ómnibus hacia el sur, para enfrentarnos a las tropas iraquÃes. El propósito de nuestra presencia allà no lo disimulaban. "Van a la guerra santa, a sacrificarse por nuestros verdaderos soldados, que esperan detrás de la lÃnea de combate. No teman, despertarán en el paraÃso." Eso nos lo habÃan embutido ya en la escuela. Yo me habÃa inclinado también a creerlo. Pero mis padres no tenÃan buena opinión de los mulás. Ellos me enseñaron desde temprano lo que significa la palabra propaganda. No habÃa otra que usaran con tanta frecuencia. Cuando yo reproducÃa lo que me decÃan en la escuela, me echaban una buena reprimenda. «Tienes una sola vida en la Tierra, no tienes nada más, súbete las mangas y haz algo de ella», asà me hacÃan entender a fuerza de repetirlo. «No les creas una palabra, o estarás perdido. No les creas ni cuando te digan que uno más uno es igual a dos». A pesar de todo, mientras observaba por la ventanilla del ómnibus aquel paisaje árido, me hacÃa una imagen del paraÃso. Allà podÃa pasarme el dÃa entero jugando fútbol o en la cama, beber cola, tomar helado, mirar la serie Knight Rider y dibujar autos; en cuanto estaba listo el proyecto mi madre los conducÃa hasta la entrada de la casa y me los entregaba. Por supuesto, en mi paraÃso yo ya poseÃa una licencia de conducción.
El que iba sentado al lado mo, un año mayor que yo, se imaginaba un paraÃso muy diferente. ¿SerÃa que cada uno podÃa crearse su propio paraÃso? Pues sÃ, fue la conclusión a la que llegué, a fin de cuentas el paraÃso de mi vecino podÃa ser mi infierno. Entonces Dios tenÃa que conocer mis imágenes del paraÃso. ¿O debÃa empaquetarlas prudentemente en una plegaria? ¿Orar? Ya sentÃa remordimientos al pensar en mis padres. En la escuela nos habÃan dicho que a quien pelea en la guerra su propia sangre lo limpia de los pecados. Entonces la próxima pregunta vino de repente: ¿estaba metido cada uno en su paraÃso personal?
(pp. 49-50)
© 2020 btb Múnich
© de la traducción Francisco DÃaz Solar, 2020
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